El río Esmeralda
Había una vez un río que, debido a su color, era llamado Esmeralda. A este llegaban muchas personas de todas partes.
Un día, una niña llamada Camila pasó por el río Esmeralda y, al asomarse, vio un reflejo que le decía: – sigue tu camino, no pasará nada–.
Atendiendo al consejo, Camila siguió su camino. En su andar, tropezó con una piedra; de repente, en ese momento apareció ante ella un joven llamado Mario.
El joven muy amablemente le preguntó: – ¿te encuentras bien? –, Camila le respondió: – sí, solo fue un tropezón con una piedra; gracias –
Al día siguiente, Camila fue a la casa de su abuela y, durante una conversación, le preguntó: – abuela, ¿usted ha ido alguna vez al río Esmeralda? –, a lo que esta le respondió: – no, pero quiero ir –.
Después de salir de la casa de su abuela, Camila fue nuevamente al río Esmeralda y se metió a bañar en él durante un buen tiempo. Mientras buceaba, se encontró una piedra mágica en el fondo del agua, muy cerca de la orilla. Enseguida la tomó, recogió sus cosas y se marchó.
Llegando a su casa, vio a un niño llorando; extrañada, Camilla le pregunta: – ¿qué te pasa? ¿por qué lloras? – muy triste, el niño le dice: – perdí mi piedra mágica en un río; la piedra es como la que cargas en la mano –. Al darse cuenta de lo sucedido, Camilla le devuelve la piedra y le pregunta su nombre; – Juan –, contestó muy contento el niño.
¡Este fue el inicio de una hermosa amistad!
Fin