LA HISTORIA DEL NIÑO QUE QUERÍA SER EL MÁS RÁPIDO DEL MUNDO

Había una vez, un niño llamado Fernando. Él vivía en una pequeña casa junto a las montañas, rodeada del campo y el bosque.

Allí vivía con sus padres, quienes eran campesinos humildes. Lucia, su madre, se dedicaba a los quehaceres del hogar. Ernesto, su padre, trabajaba en el campo. Vivía también con su abuelo, Don Felipe, quien era pastor de ovejas y su pequeña hermana Vera.

Fernando soñaba con ser como su padre y, además, muy veloz para ayudar a su padre y a su abuelo.

Un día, a Don Felipe se le escaparon las ovejas y al ver Fernando lo que ocurría, aunque corrió lo más rápido que pudo, no logró alcanzarlo.

Con la ayuda de su padre y de su abuelo, lograron atrapar a las ovejas, pero al contarlas se dieron cuenta de que faltaba una, la cual se había extraviado.

Fernando se sintió muy triste, ya que, aunque había hecho todo lo posible no logró atraparla. El pobre niño estaba muy afligido, comió poco durante la cena y, al acostarse, pensaba en dónde estaría la pobre oveja sin el resto del rebaño.

A la mañana siguiente, se despertó temprano y, en compañía de su pequeña hermana Vera, salió a buscar a la oveja perdida, sin que sus padres se dieran cuenta.

Caminaron y caminaron largo rato, hasta que escucharon un ruido: - veee, veee -. Se acercaron y vieron que la oveja había caído por un barranco. Fernando bajo con su hermana para ayudar a subir a la oveja, quien se había lastimado una pata; sin embargo, fue imposible.

Fernando dejo a Vera a cargo del cuidado de la oveja lastimada y corrió y corrió lo más rápido que pudo hasta su casa para buscar a su padre y a su abuelo, y decirle que había encontrado a la oveja.

Su padre Ernesto y su abuelo Don Felipe le agradecieron a Fernando. Diciéndole: - Gracias a tu valentía y al haber corrido rápidamente se había salvado la oveja -.

Y así Fernando se convirtió no solo en el niño más rápido del mundo, sino en un valiente. Desde entonces Fernando cuida de las ovejas junto a su abuelo.

Fin.