FELICES LOS CUATRO

Juan y Carla eran hermanos. Él era el hermano mayor, con 10 años, mientras ella tenía 8 años. Ambos vivían felices junto a su familia.

Sus padres trabajaban mucho para que no les faltase nada. Tienen una linda casa llena de las comodidades necesarias para niños de sus edades. Todo iba muy bien hasta el día que mamá les dijo: - pronto tendrán un hermanito… -.

Para los niños, la noticia no fue muy agradable, ya que ellos contaban cada uno con su propio cuarto donde tenían muchos juguetes, el cual no querían compartir con nadie más.

Juan, muy enojado, le dijo a su madre: - nunca voy a querer a otro hermano, es suficiente con Carla… Si es niño, no compartiré mis juguetes ni mis cosas -. Por otro lado, Carla afirmó: - si es niña, nunca le prestaré mis muñecas -. Esto tenía muy triste a la mamá.

La madre pasó los próximos nueve meses llorando y rogándole a Dios que sus hijos cambiarán de actitud. El padre siempre les decía que la llegada de un bebe a casa la llenaría de mucha alegría, pero esto para ellos no era no era importante.

Llegó el esperado diciembre, vísperas de navidad, compras de regalos y cosas lindas y, también, se acercaba el nacimiento del nuevo integrante de la familia. Ya tenían casi todo preparado. Ya en noche buena, toda la familia estaba reunida y, justo en ese lindo momento, la madre les dijo a todos que ya sentía que el nuevo bebé estaba por nacer.

Todos corrían de un lado para otro, entraron en desesperación, la llevaron al hospital y esperaron pacientemente las buenas nuevas del doctor. Pasaron horas, las más largas hasta entonces. Los niños preocupados por su madre oraban a papá Dios para que todo saliera bien.

De pronto, apareció una enfermera quien les dijo: -¡felicidades! -; el padre y los ansiosos niños querían conocer al bebe. El doctor los autorizó a entrar al cuarto, pero advirtiéndoles que debían estar preparados para una sorpresa.

Esto inquietó mucho al padre, quien preguntó: - ¿pasó algo?, ¿el bebé está bien?… -. Ninguna de sus preguntas fueron contestadas. Caminaron hacia la habitación y cuando entraron encontraron a una feliz madre con un par de mellizos preciosos. Casi no lo podían creer, dos hermanos más; fue una gran noticia para la familia.

Los niños estaban boquiabiertos, corrieron junto a su madre, la abrazaron muy fuerte, la llenaron de besos y le agradecieron por darles el mejor regalo de navidad: sus nuevos hermanitos. Prometieron cuidar y querer a sus nuevos hermanos.

Colorín colorado, este cuento ha terminado…