El perro aventurero
Había una vez un perro que le gusta mucho la aventura; siempre estaba buscando cuevas misteriosas, minas abandonadas, calabozos ocultos y secretos.
El perro se llama Stan. A menudo, él encontraba oro, joyas, diamantes, gemas, dinero y estatuas legendarias.
Un día, Stan supo de un tesoro muy valioso que se encontraba en un templo; era un rubí. Enseguida emprendió su camino, pero los pobladores le dijeron: – ten cuidado, ese lugar tiene trampas ocultas –. Pese a las advertencias, el intrépido can entró al templo y heroicamente esquivó los dardos tranquilizantes, las paredes choconas y las trampas de fuego.
Después de superar todas las vicisitudes, encontró el rubí. Se acercó a la plataforma donde se encontraba la gema y la intercambió por una lata de comida para perros vacía. De repente, apareció una piedra gigante que rodaba hacia él; asustado, Stan corrió y corrió, hasta que logró salir sano y salvo del templo.
Stan volvió al pueblo y los pobladores vieron que lucía el rubí. Tiempo después, lo vendió y las ganancias las invirtió en la gente de la comunidad.
Los lugareños estaban muy contentos y Stan había encontrado un hogar, así que todos vivieron felices para siempre.
Fin