Juan y el lápiz mágico
Había una vez un niño llamado Juan, que vivía en la ciudad de Beisbolandia. Era un niño inquieto y muy alegre.
Un día de verano, bajo un cielo hermoso y soleado, Juan caminaba por el pueblo, hasta que llegó al parque donde le encantaba ir a jugar con sus amigos. Al entrar, se sentó en una de las bancas a observar a la gente.
Ya llevaba un buen tiempo sentado esperando a que llegara alguno de sus amigos; al no llegar nadie, pensó en irse. Al levantarse se percató que había un lápiz tirado en el suelo.
Lo levantó y le fue preguntando a la gente que veía, intentando dar con el dueño; no tuvo éxito. Luego pensó que, a sus 10 años, un lápiz era muy útil para la escuela, así que, como no encontró al dueño, decidió guardarlo en su mochila.
Una tarde, luego de terminar sus deberes y sin más nada que hacer, Juan decidió dibujar una mariposa, así que tomó el lápiz de su mochila y comenzó. Cuando terminó el dibujo, vio como, poco a poco, se transformaba en una de verdad y se alejaba volando hacia la ventana; la sorpresa fue tan grande que casi se cae de la silla.
Intento dibujar otras cosas como una malteada, un par de caramelos e incluso dinero; vio todo convertirse en real justo en frente de él. Dibujo cosas realmente fantásticas y vio cómo se hacían realidad ante sus ojos; pero no todo es para siempre… Juan aprovechó mucho ese lápiz.
Cierto día, caminando para la escuela se encontró con un niño que estaba muy triste y pensó que el lápiz podría ayudarlo. Se acercó y le contó todas las fantásticas cosas que se podían hacer; él lo escucho un poco incrédulo, pero con mucha atención. Juan le dijo que se lo daría con la condición de que se lo regalara a alguien que lo necesitara cuando sintiera que ya no necesitaba el lápiz.
Y así fue, Juan entregó el lápiz a aquel niño, que lo aceptó agradecido y se fue.
Juan no supo más de aquel niño, pero estaba seguro de que fue feliz gracias al lápiz mágico. ¿Quién sabe?, tal vez algún día alguien te regale un lápiz y quedes encantado cuando lo uses y veas que tus dibujos se hacen realidad…
Fin