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Alexander Lange - 6to grado

La arrogancia y la mejor amiga


La arrogancia y la mejor amiga - Lecturas Ferrini Panamá

Érase una vez una niña llamada Samanta, la cual tenía todo lo que una persona de su edad pudiera desear en su vida. Estaba rodeada de un sinnúmero de cosas materiales y lujos, ya que sus padres se lo proporcionaban todo. Pero, ¿de qué le servía todo eso si no se sentía amada? Y eso era precisamente lo que le faltaba; ella solo poseía bienes materiales, mas carecía de los valores espirituales importantes, como el amor.

Samanta pensó en una estrategia para que la apreciaran más y así conseguir amigos. Decidió invitar a cada una de sus compañeras de clase y después a los compañeros. Con esto, ella creía que la amarían y que estarían detrás de ella para que fuese su amiga.


Cuando les propuso la invitación a las compañeras, ellas la evadían, colocando como excusa otros compromisos que tenían. Día tras día, invitaba a compañeras diferentes, pero todas estaban muy ocupadas como para aceptar.


Luego de mucho insistir, se preguntó a sí misma: –¿por qué nadie quiere merendar conmigo si yo soy la más hermosa, inteligente y popular del colegio? –


En ese momento, se le acercó una niña llamada Beatriz, a la cual ella no había invitado.


–¿Cómo estás Samanta? –, dijo Beatriz.


–… ¿qué tal Beatriz? –, le respondió, pero con un tono de pocos amigos.


Justo ahí, Beatriz le comenta: – Samanta, he escuchado que ninguna de las chicas ha podido ir a merendar contigo; si quieres, ¡yo puedo! –


Samanta le dice; – Ok, sí, me gustaría mucho. Si deseas, como a las 7:00 p. m. nos podemos ver –.


– De acuerdo, allí estaré –, dijo Beatriz.

Cuando se hizo la hora, Beatriz llegó a la casa de Samanta, la cual era como una mansión de las que se ven solo en películas, con mayordomo incluido, jardines alrededor y una piscina muy grande. La casa principal tenía tres pisos repletos de las más majestuosas habitaciones que se puedan imaginar.


Samanta la recibió: – Hola Beatriz, bienvenida a mi casa; pasa, la cocinera nos ha preparado un plato exquisito –. Lo dijo en un tono como si supiera que Beatriz era de escasos recursos y esto le incomodase.

Beatriz contestó molesta: –Yo sé porque no me habías invitado a merendar contigo. Solo porque tengo menos recursos que tú y mi familia es humilde, tú te crees que eres la mejor, ¿no es así? –; Beatriz continuó diciendo, pero en un tono más alto: – yo soy humilde, sí, y no puedo tener todo lo que tú posees, pero tengo mucho amor que dar y eso a ti te falta –.


Samanta responde: – ¡Eres una insolente Beatriz, no sé por qué te invité a mi casa! –.


– Yo no tengo que adular a nadie, ni tampoco invitar a todos mis compañeros de clase para quedar bien o que sean mis amigos. Lo que hacen mis padres por mí y por nuestra familia es maravilloso; siempre recibíamos amor, porque no hay nada mejor que crecer en una familia amorosa. Familia es familia, cariño es cariño –.

Samanta se sintió tan mal, que empezó a llorar; las palabras de Beatriz le hicieron reflexionar y caer en cuenta que, a pesar de tener todo el dinero y las comodidades del mundo, sin amor todo carecía de sentido.


Beatriz: – no te preocupes, tranquila, para arreglar esta situación yo te invito a mi casa y que mi papá nos cocine algo para las dos, ¿vale? –. Samanta asintió y aceptó la invitación.


¡Samanta fue muy feliz ese día! Descubrió que lo material es lo menos importante y que el amor es el sentimiento más hermoso que puede existir sobre la faz de la tierra.


Cuando hay amor, todo es diferente; se siente la libertad y el deseo de seguir viviendo. El amor construye y hace que las personas se ayuden unos a otros, y compartan. El amor nos hace un instrumento de paz.


Pasados los años, cada una fue a una universidad diferente, pero sin dejar de ser amigas. Beatriz se convirtió en prácticamente su hermana, porque fue la que le enseñó el verdadero valor de la amistad.


Fin

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