El deseo de la princesa

Érase una vez una princesa llamada Isabella, quien era muy feliz en el castillo donde vivía junto a sus padres, el rey y la reina.

Cuando la princesa cumplió 16 años, su madre sufrió un infarto y murió repentinamente. Para ese entonces, su padre ya estaba muy viejo y enfermo. Él sabía que tampoco le quedaba mucho tiempo de vida, así que conversó con su hija y le dijo que muy pronto ella debía encargarse de dirigir el reino, pero, para eso debía casarse y el candidato perfecto era el príncipe Félix, heredero del reino de Indalecia, pues él ya había hablado con él y su madre para celebrar dicha boda; de este modo, al morir los reyes, los jóvenes casados podrían gobernar ambas regiones como una sola.

Al escuchar a su padre, la princesa quedó muy triste, pues ella no deseaba casarse con el príncipe Félix. Al verla desconsolada, su padre le propuso que buscara a su verdadero amor, pero le advirtió que, de no encontrarlo antes de que él muriera, tendría que casarse con el candidato acordado. Ella aceptó y emprendió su búsqueda.

Luego de varios meses de buscar y buscar, un día, decepcionada y triste, la princesa se sentó en una roca que estaba cerca de un precipicio y empezó a pensar qué era lo que iba hacer. En ese momento, de pronto, la roca comenzó a despedazarse; rápidamente intentó agarrarse de una rama, pero ya no podía más así que gritó: — ¡auxilio! —. Cuando ya estaba a punto de caer, apareció un apuesto joven con ojos azules, montando un caballo negro, quien le dio la mano y la salvó. Con sus mejillas sonrojadas, Isabella le agradeció; ¡fue amor a primera vista!

De regreso al castillo, le contó a su padre todo lo que le había sucedido.

Después de unos meses de cortejo, el joven le pidió matrimonio a la princesa; se casaron y vivieron felices para siempre.

Fin