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Gillian De León y Nohemy Cortés – 6to grado

La habitación 1501


La habitación 1501 - Lecturas Ferrini Panamá

Era una tarde normal como cualquier otra; las mismas actividades y los mismos deberes. Mientras Gillian subía las escaleras a toda velocidad, escuchó el teléfono de la sala sonar, así que retrocedió para atender la llamada; levantó la bocina y dijo: – ¿hola? –, interrogando a la persona que estaba al otro lado de la línea.


– No sabes las aventuras que quiero hacer hoy –, escuchó y, al darse cuenta que era su amiga Nohemy, Gillian sonrió, ya que sabía que, como era viernes, descargaría de alguna manera su adrenalina con su amiga; obviamente no se salvaría de ser parte de sus alocadas ideas.


– A ver, y ahora ¿qué quieres? –, dijo Gillian, totalmente consciente de que le esperaba lo peor.


– Te espero en el Hotel Mars a las 8:00 p. m.; necesito puntualidad; allí te diré qué haremos –.


– No creo que nos vayan a aceptar en un hotel tan lujoso si no tenemos pases de entrada –.


– No te preocupes, mi tía Mia vive allí y ya le informé que íbamos; ella se comunicará con el personal del vestíbulo –.


– Esta bien, solo necesito verificar que mi madre me deje salir a esa hora; hablando de la hora… ¿no crees que es demasiado tarde? –.


– Primero, yo ya hablé con tu mamá y dijo que no había problema; incluso, que le vendría bien unos dos días sin ti; ja, ja, ja… –


Gillian se indignó enseguida al escuchar semejante cosa, pero luego pensó que aquello tendría cierta ventaja.


– Y segundo, no es demasiado tarde, a esa hora mi mamá se pone a ver su telenovela favorita –, continuó Nohemy.


– Bien –, respondió Gillian; y, después de alarmarse por ver que eran las 7:30 p. m., dijo: – Nohemy, nos pasamos tanto tiempo hablando que ya solo quedan 30 minutos para ir al hotel –.


– Yo ya estoy aquí, así que es mejor que te apures porque no pienso esperarte –.


– Voy saliendo –


Al darse cuenta que estaba saliendo con el teléfono fijo, Gillian corrió de regreso y lo dejó donde debía; después, tomó su bolso y salió rápidamente a pedir un taxi. Cuando vio uno que se detuvo al frente, corrió rápidamente a abordarlo.


– ¿Cuánto al Hotel Mars? –


– Son 3.00 dólares –


Gillian sacó enseguida el dinero de su bolso y se lo entregó al taxista. Cuando llegaron a su destino, le dio las gracias, se bajó e inmediatamente vio a su amiga sentada en el banco que estaba afuera del hotel.


– ¡Llegaste a tiempo, menos mal por ti! –, le dijo Nohemy, en tono de advertencia; Gillian asintió.


Cuando entraron al lobby, vieron a un señor y asumieron que era ante él que debían acudir.


– Buenas Noches señor, somos Gillian De León y Nohemy Cortes y queríamos tener acceso a la habitación 1345; ya la señora Mia Rodríguez le debió haber avisado –.


– Sí, eso es correcto, pasen adelante y disfruten de su estancia –, dijo el señor, dándoles las tarjetas para tener acceso a las habitaciones.


Al entrar al cuarto, vieron a la señora Rodríguez haciendo yoga, la cual, al percatarse de su llegada, corrió hacia las jóvenes y les dijo: – Tomen la llave de la habitación –, entregándole enseguida una tarjeta a su sobrina. Nohemy agradeció. Cuando salieron de la habitación, Gillian se apresuró a interrogar a su amiga:


– ¿Qué haremos Nohemy? –


– Pues, vamos a la habitación 1501 –, dijo Nohemy con tranquilidad y alegría.


Gillian se aterró al escuchar semejante cosa; todas las personas en Willsprone y sus alrededores sabían lo que ocurrió en esa habitación. Allí vivía una señora que fue asesinada misteriosamente; incluso, se dice que su espíritu todavía sigue allí; de verdad que su amiga no entendía porque Nohemy quería entrar en ese lugar.


– No estoy muy segura que pueda hacer esto –, dijo Gillian, algo abrumada, pero ya era muy tarde, ya que Nohemy había puesto la tarjeta en el identificador, lo cual les cedió inmediatamente el paso.


Cuando la puerta se abrió, era una habitación normal, nadie creería que en ese cuarto hubiese ocurrido un asesinato. Después de contemplar todo el lujo del lugar, escucharon un estruendoso ruido que hizo que se sobresaltaran, seguido de lo que parecía una sonora carcajada.


– Nohemy, ¿no crees que debamos irnos? – dijo la joven asustada, murmurando luego: – ¡esta chica no le tiene miedo a nada! –.


– Oh vamos Gillian, solo fue un ruido y ya –.


Continuaron husmeando y la nerviosa joven divisó un escritorio; se acercó, abrió el cajón y encontró una carta; miró a su amiga, quien se estaba tomando una foto, y le dijo: – ¡Nohemy, ven y mira esto! –. ¡La expresión de sorpresa de ambas no era normal!


– Ábrelo –, dijo desesperadamente Nohemy. Cuando iban a proceder, escucharon un ruido similar al anterior, pero esta vez fue más escandaloso. En ese momento se abrió la puerta de la habitación y ambas se asustaron, pero, al parecer, era uno del personal del hotel.


– Retírense de aquí –, dijo frustrado el hombre y, sin pensarlo dos veces, las chicas abandonaron la habitación con la carta en la mano, pero tratando de ocultarla de aquel empleado.


Gillian y Nohemy no volvieron más a esa habitación, ni leyeron nunca aquella carta. Siguieron son sus vidas, recordando de vez en cuando esa noche de aventura.


Fin

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