EL JOVEN CARACOL Y EL VIEJO CAMARÓN
- Juan D. Gutiérrez - 5to Grado B
- 8 abr 2017
- 3 Min. de lectura

Había una vez, un joven caracol que vivía en una hermosa playa de Panamá. A este le encantaba pasear por toda la playa, admirar el hermoso paisaje y ver qué nueva aventura podría emprender
Él era un poco atrevido, siempre estaba metiéndose en problemas, explorando lugares peligrosos que los animales mayores, como el viejo camarón, le recomendaban que no frecuentara; nuestro amigo caracol siempre escuchaba los consejos, pero nunca les hacía el menor caso.
Un día, el joven caracol invitó a sus amigos: Conchita, la almeja y al cangrejito ermitaño a ir de aventura al olvidado manglar, en busca de las más ricas algas del lugar. Sus amigos le indicaron que ese era un lugar muy peligroso y que no tenían permitido ir.
– Si vamos, nos vamos a meter en problemas y nos castigarán –, dijo Conchita.
– Esas solo son cosas que inventan los mayores para no divertirse –, respondió el caracol.
Sus amigos, aunque temerosos, le dijeron que estaba bien, que irían con él.
A la mañana siguiente, todos se pusieron en marcha rumbo a su gran aventura. En el camino se toparon con el viejo camarón, que les preguntó: – muchachos, ¿a dónde se dirigen con tanto afán?, espero que no sea a ese olvidado manglar lleno de cuervos y buitres, que los tomarían como bocadillos en un abrir y cerrar de ojos –.
Los chicos se miraron entre sí, pero solo dijeron: – ¡no, no, no!, solo estamos paseando por aquí; no se preocupe, no nos alejaremos mucho –.
Siguieron su camino y, al alejarse un poco, Conchita le dice a la almeja: – ¿no piensan que es mejor que nos devolvamos?, ya este lugar no me agrada mucho, creo que esas algas no valen la pena para arriesgarse tanto –.
No terminaba de hablar cuando de repente salio un ave de la nada, por suerte y gracias a unas rocas que tenían al paso, no los logró atrapar con su pico. Todos se quedaron quietos hasta que el ave se marchó, luego de lo cual salieron de su escondite y regresaron a casa.
Los amigos del joven caracol se molestaron con él y le advirtieron que no lo acompañarían más a ese lugar, que por poco se los almorzaba esa ave. Él les responde: – son unos bebes, yo nunca tuve miedo; ustedes hagan lo que quieran, yo seguiré explorando el mundo porque esto es lo que me hace feliz –.
Los días pasaban y el joven caracol seguía con sus travesuras, hasta que un día se advirtió de una gran marea; como era de esperar, nuestro pequeño amigo dijo: – lo mismo de siempre, puro cuento; siempre para usted, viejo camarón, todo es muy peligroso, yo me quedaré aquí en la playa a disfrutar –.
La marea subió de repente y las olas arrastraron al joven caracol; la fuerte corriente no lo dejaba llegar a la orilla. Este estaba muy asustado, esta vez no corría con tanta suerte. Cuando la fuerza del agua ya lo arrastraba hacia el océano, el viejo camarón, que se encontraba en la orilla, logró verlo y ayudarlo a salir sano y salvo.
– Si aprendieras a escuchar y seguir los consejos de los mayores, no te metieras a ti y a tus amigos en tantos problemas; esta vez estuve yo para ayudarte, pero es mejor prevenir; tienes que seguir consejos, no son por tu mal –, le dijo el viejo camarón al aún conmocionado caracol.
El joven caracol se sintió muy apenado y le pidió disculpas al viejo camarón; luego, le prometió que sería más responsable y que seguiría sus consejos y el de todos los mayores.
FIN
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