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  • Alexander Lange – 7mo Grado

CRÓNICAS DE UN FORENSE


Crónicas de un Forense - Lecturas Ferrini Panamá

Había una vez, un joven que quería ser forense. Él tenía que estudiar mucho para cumplir su meta.


Él estaba caminando de noche y se encontró con un cadáver; se quedó paralizado al ver ese cuerpo; quería llamar al cuerpo de criminalística, pero no lo hizo; entonces, se preguntó: – ¿quién será esta persona? –.


Después de un rato frente al cuerpo, el joven llamó a su mamá y esta lo fue a recoger.


Al llegar, la mamá se asustó y le preguntó: – ¿qué haces aquí tan tarde? –, y él le respondió: – es una larga historia –. El joven colocó el cuerpo en el maletero y la mamá le dijo: – ¿qué metiste allá atrás? –; él no le respondió.


Cuando llegaron a su casa, él bajó el cuerpo del maletero y lo llevó a su pequeño laboratorio forense, puso el cuerpo sobre la camilla, buscó su bata y sus herramientas, y empezó la autopsia.


Ya a media noche, la mamá lo llamó para que se fuera a dormir, ya que debía ir a la escuela al día siguiente. Él respondió: – ¡ya voy! –, entonces guardó el cuerpo y se fue a descansar.


A la mañana siguiente, fue a la escuela y no habló con ninguno de sus compañeros; prestó mucha atención a la clase de biología, ya que estaban explicando todo sobre el cuerpo humano y la vida. Al terminar la jornada escolar, se fue a casa y siguió examinando el cadáver; en él encontró pequeños residuos de vidrio. Después de realizar varias pruebas empíricas, llamó al cuerpo de criminalística y les contó la historia: que había encontrado un cuerpo, lo llevó a su casa, lo examinó y encontró pequeños residuos de vidrio.


Enseguida, las autoridades fueron a su casa, sacaron el cuerpo de la víctima y se lo llevaron. El joven fue con ellos y les entregó todos los residuos encontrados. Luego, se dirigieron a la escena del crimen y hallaron el arma homicida: una botella de vidrio; la analizaron en búsqueda de huellas dactilares, las cuales compararon con los registros de la policía, coincidiendo estas con las de un señor llamado Conrad Brown. Pruebas posteriores lograron demostrar la culpabilidad del sospechoso.


Como premio a su gran contribución, el joven recibió una beca para estudiar lo que siempre quiso. Actualmente trabaja en una morgue y vive muy feliz con su familia.

Fin.

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