EL JARDÍN MÁGICO

Había una vez, un jardín mágico en donde los niños se divertían de manera armónica, cuya mayor atracción era un columpio especial, el cual se mecía con solo sentarse en él y agarrarse de las cuerdas, llevando a la fuente mágica a todo aquel niño que en él se sentara. Al jugar en el agua de esta fuente, todos sus deseos se cumplían; habían quienes soñaban con ser reyes, reinas, princesas, delfines, sirenas, caballos, entre otras cosas; la única condición para hacer realidad estos sueños era que los niños que los formularan fuesen obedientes a sus padres, maestros y adultos.

Asimismo, este jardín mágico tenía sus reglas, según las cuales no se cumplirían los deseos de aquellos niños que hayan sido desobedientes, que no siguieran indicaciones o irrespetaran a sus padres. Aun siendo adulto, al sentarse en el columpio, este te transportaba a los tiempos de la infancia, permitiéndote recordar cosas hermosas.

Una mañana de otoño, el papá de Carlos, un pequeño niño del pueblo, le hizo una propuesta, la cual consistía en que, si obtenía buenas calificaciones en los ejercicios de inglés y colaboraba con su mamá en los trabajos del hogar, lo acompañaría a ese fantástico mundo en el cual nada es imposible y en donde todos los sueños se vuelven realidad.

Pasado un tiempo, llego el día de la prueba de inglés, la cual era la más difícil que había tenido, sin embargo, se había preparado con mucha anticipación para obtener una buena calificación. Aunque gran parte de su motivación era conocer el mundo mágico, Carlos estaba consciente de la lección de vida que sus padres le querían transmitir: “El que persevera alcanza y con cada esfuerzo obtendrás buenos resultados”.

Las palabras de su padre fueron la fuerza que lo impulsaron a prepararse para la prueba y lograr obtener la mayor calificación de toda la clase; su mayor inspiración fue poder asistir, en compañía de su padre, al mundo del jardín mágico, el cual quedaba en Estados Unidos. Al comunicarle la noticia a su papá, indicó sentirse muy orgulloso de él, de su esfuerzo y dedicación.

Finalmente, llegó el momento de hacer realidad su sueño, asistir al mundo del jardín mágico en compañía de su papá.

Esta aventura inició viajando en un avión de Copa Airlines rumbo a Estados Unidos, específicamente a Orlando, Florida. Al llegar, se hospedaron en un hotel muy bonito, el cual era inmensamente grande y tenía muchas luces de diferentes colores.

Al siguiente día, se trasladaron en auto a los parques de Disney. Todo era hermoso, había muchas flores y áreas de juegos; se observaban a los niños disfrutar de las actividades que allí se realizaban.

Carlos y su padre continuaron su recorrido hasta llegar al parque del jardín mágico, donde se veía el columpio con un brillo impresionante; inmediatamente, el joven se aproximó a él para subirse y agarrarse de las cuerdas; su padre comenzó a mecerlo y, de repente, se transportó a ese mundo mágico, en el cual el padre era un gran rey y Carlos el príncipe del reino.

En el castillo habían muchos dulces. En ese lugar encontró nuevos amigos, entre ellos una mariposa llamada Fiona, quien le enseñó todo el lugar. Dieron paseos en troncos de árboles a través de un río cercano al castillo, visitaron un lugar llamado el bosque de las palomitas de maíz y visualizaron un gran arcoíris que había en lo alto del cielo azul.

Continuaron las sorpresas dentro del jardín mágico, pues Carlos encontró allí a su mamá y hermanos. Su padre le había regalo la dicha de poder compartir con ellos esta experiencia inolvidable, en donde los árboles eran de caramelos, el césped como pastillas, las casas de galletas con malvaviscos y todos los que allí vivían eran niños obedientes, con buenas calificaciones y respetuosos a sus mayores.

Los padres de Carlos le dieron una lección de vida, con amor y disciplina le enseñaron el valor de las cosas, que solo con esfuerzo y dedicación se obtendrán buenos resultados.

Hoy en día, Carlos es adulto y una persona exitosa y muy feliz.

Fin.