EL MUNDO DE LOS CHOCOLATES
Había una vez, una niña llamada Isabel a la que le gustaban mucho los chocolates. Cuando creció, le preguntó a su padre si alguna vez iba a ver un Mundo de Chocolates; su papá se quedó pensando y le respondió: – hija, eso solo es en sueños –. Isabel no le prestó mucha atención a la respuesta del padre.
Unos años después, Isabel estaba de paseo en el parque y encontró una puerta que olía a dulce, entró y vio chocolates de todos los tamaños posibles; quedó sorprendida al ver tanto chocolate.
Lo primero que hizo fue ir corriendo hacia la cima donde estaba el chocolate más grande, pero apareció un hombre enano que le dijo: – ¡Alto! –. Isabel le preguntó: – ¿quién eres? –, el señor le respondió: – soy el dueño del Mundo de Chocolates –.
– ¡Qué bien!, ¿me puedes dar un recorrido? –.
– ¡Sígueme!, mira, por aquí están los chocolates de leche, a tu izquierda están los chocolates Hershey y al frente los chocolates Kit Kat. Si quieres, puedes coger lo que quieras, no hay ningún problema –, le dijo el enano, – tómalos con confianza, pero nunca cojas los de chocolate amargo, ya que, si los agarras, aunque sea un pedacito, se va a derrumbar todo el Mundo de Chocolates –, continuó.
Isabel quedó sorprendida, ya que nunca había escuchado eso. Ya se estaba haciendo de noche y la joven debía irse, así que le dijo adiós al enano, asegurándole que al día siguiente volvería para conocer más del Mundo de Chocolates.
Al otro día, Isabel regresó al parque y no hallaba la puerta; buscó y buscó por todas partes y no la encontró. Decidió ir a la ciudad para ver si encontraba al enano y la puerta, pero no tuvo éxito. Cayó la tarde, fue al parque otra vez y vio la puerta, la abrió y, para su sorpresa, todo estaba destruido.
El enano estaba sentado en una esquina llorando. Fue corriendo a preguntarle lo que había ocurrido.
– Mi hermano, el señor Boligoma, entró y destruyó todo el Mundo de Chocolates –
– ¿Cómo paso eso?, preguntó Isabel, queriendo saber los detalles.
– Lo único que sé es que él tenía la llave del Mundo de Chocolates, entró y se comió la mayoría de los chocolates amargos –.
Pasado los días, el enano le propone a Isabel reconstruir el Mundo de Chocolates; ella aceptó y de inmediato se pusieron manos a la obra; al caer la noche, ya habían terminado.
Isabel estaba cansada y se fue a su casa a dormir.
En su siguiente viaje a aquel maravilloso mundo, el enano le agradeció mucho a Isabel y juntos se fueron a comer chocolate Kit Kat; comieron y comieron hasta más no poder.
– Puedes venir todos los días para que comas los chocolates de tu preferencia –, le dijo el enano; – mi nombre es el Sr. Chocolate –.
Se despidieron y cada quien volvió a su casa. No obstante, siempre se rencuentran.
Fin.