MIRANDA Y LOS VESTIDOS MÁGICOS

Había una vez una niña llamada Miranda, que tenía una hermana mayor y una hermana menor.

Al crecer, Miranda quería ser una gran modista para crear muchos vestidos. Sus padres le dijeron que todavía era muy pequeña para coser, pero que, cuando tuviera 18 años, podría ser una gran modista y confeccionar los trajes más bonitos.

Pasaron los años y Miranda cumplió la mayoría de edad. Ella decidió mudarse a Hollywood para crear los mejores diseños de moda; no tardó mucho en imaginarse haciendo vestidos mágicos.

Miranda tenía un gato llamado Bigote, que se lo había comprado en el aeropuerto antes de llegar a Hollywood.

Pasado un tiempo, la joven ya había creado muchos vestidos mágicos de diferentes colores y se los probó. El azul tenía poder de dormir a las personas, el rojo creaba corazones, el rosado provocaba la aparición de rosas súper hermosas y con aromas exquisitos, el verde le proporcionaba a su portadora el control sobre las plantas y así muchos más; Miranda creo cerca de un millar de vestidos mágicos.

Como era de esperarse, todas las personas de Hollywood se probaron los vestidos de Miranda; ella estaba muy orgullosa porque desde pequeña había soñado ser una gran modista.

Al llegar otra vez a su país, México, fue a su casa; su hermana menor ya tenía 15 años y la mayor 25 años; el Papá y la Mamá estaba muy felices por la sorpresa, pues su hija no les había avisado que iba. Una vez de vuelta en su hogar, conoció a unas chicas, Esmeralda, Zafiro y Elena, quienes eran mejores amigas.

Miranda les preguntó si ellas la podían acompañar a Hollywood para ayudarla a hacer vestidos mágicos; proposición que aceptaron.

El nuevo equipo de trabajo se volvió muy famoso, confeccionaron los mejores vestidos jamás vistos y todos vivieron felices para siempre.

Fin.