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Emily García – 6to Grado A

LOS TRES RATONCITOS PEREZOSOS


Los Tres Ratoncitos

Había una vez tres ratoncitos que vivían en la gran ciudad. Se llamaban Tito, Pepito, Lolin.


Su mamá quería que ellos fueran diferentes a los demás del barrio, así que los matriculó en la escuela para que asistieran y así aprendieran a leer y escribir.


Ellos eran muy dormilones y perezosos, por lo que su madre les dijo: – tienen que acostarse temprano porque mañana tienen que ir a la escuela –.


Tito le responde: – Pero si ya sé muchísimo –.


– ¡Ay mamá! –, replicó Pepito, – te digo que a mí la maestra no puede enseñarme más nada, pues ya sé todo lo que me podría decir –, continuó.


– ¡Y yo mamá!, soy tan inteligente que no necesito asistir a la escuela –, afirmó Lolin.


Sin embargo, la mamá, Zulay, sin hacer caso a la protesta de los tres ratoncitos perezosos y dormilones, los acomodó en sus camas y salió de la habitación. Pasado el rato, se pusieron a conversar y entre los tres tramaron esconder los uniformes debajo de los colchones de sus camas.


En la mañana siguiente, la mamá les preparó el desayuno y luego los llamó para que se bañaran y se vistieran.


– ¡Mamá, mamá!, no podemos ir a la escuela –, dijeron en coro los tres, – no están los uniformes, los estantes estaban vacíos –, explicaron.


– ¡Ay Señor! ¡Qué terrible es lo que ha pasado! –, dijo mamá Zulay muy ajetreada. – Un ladrón se ha llevado los uniformes y creo que por eso se tendrán que quedar –, continuó.


Los tres ratoncitos se pusieron en la ventana a observar a los demás animalitos que pasaban por el frente, rumbo a la escuela.


Paso el cerdito Coquí y les preguntó: – ¿por qué no van ustedes a la escuela? –.


– No podemos Coquí, alguien robo anoche toda la ropa y no tenemos que ponernos –, respondió Pepito.


– ¡Cuánto lo siento!, pues hoy es el primer día de clases y habrá una gran fiesta; la maestra dará helado, pastel y gaseosas; habrá música en vivo de parte de la banda de los conejitos y podremos cantar y bailar –, dijo el cerdito.


Al escuchar esto, los tres ratoncitos comenzaron a vestirse y luego llamaron a su mamá para decirle que irían a la escuela; pero la señora Zulay se había enterado de la fiesta y no les permitió ir, para que aprendieran que no debían ser perezosos ni mentir.


Después del castigo, los ratoncitos aprendieron la lección.


Y colorín colorado, este hermoso cuento se ha terminado.


Fin.

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