EL SUEÑO DE TOMÁS
Tomás era un niño que pertenecía a una familia humilde; su padre trabajaba en una fábrica como ayudante de bodega, mientras que su madre lavaba y planchaba ropa para cooperar con los gastos del hogar. En algunas ocasiones, también brindaba servicio de limpieza para aumentar sus ingresos.
Tomás era el mayor de cinco hijos y, a pesar de la precaria situación económica de su familia, él aprovechaba lo que le brindaban sus padres con mucho sacrificio: una buena educación, siendo uno de los mejores estudiantes de su clase.
Como todos, él tenía un sueño: triunfar en la vida para poder ayudar a sus padres y hermanos a mejorar su calidad de vida, ya que lo que ganaban su padre y su madre no les alcanzaba para cubrir sus necesidades, teniendo muchas veces que saltarse una de las comidas, para utilizar ese dinero para cubrir otros gastos.
Aparte de ser buen estudiante, Tomás tenía otro talento: era un excelente jugador de beisbol; a sus apenas 12 años, sus compañeros de equipo lo admiraban; su entrenador siempre le daba voces de aliento, para que mejorara cada día y destacara al ser observado por los cazadores de talento que regularmente pasaban por el pueblo en busca de prospectos.
Un día, el padre de Tomás llegó a la casa llorando, se acercó a su esposa y le dijo que lo habían despedido, debido a que la empresa, por una crisis económica, se vio en la obligación de cerrar sus puertas. Al ver a su papá en ese estado, este le dijo: – no te preocupes padre, si tengo que dejar la escuela para ir a trabajar, entonces lo haré, ya que un hijo debe agradecer los sacrificios de sus padres y, en muchos casos, cooperar, sacrificando también sus sueños –.
El padre de Tomás lo abrazó fuertemente y, entre lágrimas, le dijo: – no permitiré que sacrifiques tu futuro por mí; no te preocupes, yo buscaré la forma de traer diariamente el pan a la casa y tú te vas a ocupar únicamente de tus estudios y de practicar para seguir mejorando tu juego cada día –.
No obstante, Tomás trabajaba a escondidas en un supermercado empacando las compras de los clientes y el dinero se lo entregaba a su madre, la cual lo utilizaba para cubrir los gastos que el padre no lograba, ya que habían días en que no le salían trabajos para hacer.
Al cumplir 15 años, la situación económica del país empeoró; muchas empresas cerraban y la pobreza había aumentado. Aun así, la familia de Tomás se las ingeniaba para salir adelante, esperando siempre ver una luz al final del túnel, que indicara que todo mejoraría.
Un día como cualquier otro, Tomás fue a su partido de beisbol; al finalizar este, se le acercó un señor felicitándolo por el gran desempeño que acababa de tener; había bateado de 4-4, impulsado 5 carreras y su equipo logró coronarse campeón del torneo.
El señor le preguntó que si podía hablar con sus padres y el joven le respondió que sí. Al llegar a la casa, toda la familia quedó sorprendida porque aquel hombre era un cazador de talentos de las ligas mayores, quien estaba interesado en firmar a Tomás, otorgándole un bono por la suma de un millón de dólares por la firma.
En la casa de Tomás reinó la alegría, ya que, además, le comunicaron que le brindaban estudios completos, en caso de que no lograra llegar a las mayores.
Luego de cuatro años en ligas menores, Tomás tomó el teléfono y llamó a sus padres para informarles que estuvieran pendientes del televisor, ya que ese día en la noche tendría su primer juego como pelotero profesional. Lleno de alegría, su padre gritó tan alto que los vecinos celebraron al igual que él por esta noticia, que llenaba de orgullo a esta familia.
Con mucho sacrificio de sus padres y también de él, Tomás logró superarse, ayudando a su familia, como siempre fue su sueño.
Fin.
Moraleja: Nunca debemos de dejar de luchar por alcanzar nuestras metas; aunque parezca difícil, todo está al alcance si perseveramos. De igual forma, debemos valorar el esfuerzo que nuestros padres hacen para sacarnos adelante y brindarnos una mejor calidad de vida.