LA GRANJA OSCURA
Érase una vez, la familia Sánchez que vivía en una granja sobre la cual existía numerosos rumores.
La gente de la región no quería vivir allí, ya que poseía un ambiente muy tenebroso y solitario; por mala suerte, la familia Sánchez no tenía presupuesto para comprar una buena casa, así que no les quedó otra opción que mudarse a la propiedad en la que se encontraba la granja oscura.
Un día, María, la señora de la casa, llamó a su hermana y le dijo: – Me siento muy rara en esta casa, no sé qué hacer para pasar el tiempo; quiero cocinar, pero mi esposo, Pedro, está en el supermercado comprando los alimentos. Los niños se ven asustados y están muy callados; les dije que fueran a jugar pelota entre ellos, ya que no había ningún otro niño cerca. Creo que ya sé porque la gente no quiere estar cerca de esta granja; siento que alguien me susurra, aunque no le presto atención; deben ser los nervios –.
En ese momento, su esposo, Pedro, entró a la casa y dijo: – acabo de llegar del supermercado, traje cangrejo y agua, me quede sin dinero, así que espero que esto sea suficiente para mañana –. Contrariado, vio una silla que no para de mecerse sola; a pesar de lo extraño, no le dio importancia; – debe ser producto de mi imaginación – , dijo.
Treinta minutos después, María llamó a toda la familia a comer.
– Se ve deliciosa la comida, así que ¡Buen provecho! –, dijo Pedro. Todo estaba riquísimo, nadie quería dejar de comer, pero había que guardar para el día siguiente.
– Ahora toca descansar para tener energía para mi primer día de trabajo –, comentó el padre.
Jimmy, uno de los hijos, dejó su teléfono cargando en la sala y subió a su cuarto a dormir. Después de un rato en la cama, este piensa:
– No puedo dormir, me siento asustado y mi hermana no ha hablado desde que llegamos, debe ser que está impactada. Tengo un mal presentimiento, siento que alguien me asfixia; me cuesta respirar –.
A las doce de la noche, Jimmy aún no podía dormir. – Es una pesadilla aquí adentro, espero que en algún momento nos podamos mudar, no me siento nada bien aquí y, además, mi hermana esta que ronca –. En ese momento comenzó a sentirse mareado y a darle nauseas.
Cristal, su hermana, despertó a las tres de la mañana y vio a su hermano vomitando. Fue enseguida a la cocina a buscar unas servilletas, pero tenía miedo porque el pasillo estaba muy oscuro; sentía que alguien la empujaba.
Finalmente, se armó de valor y corrió hacia la cocina, tomó las servilletas, se regresó a toda prisa para entregárselas a su hermano, quien le dio las gracias y partió rumbo al baño. Cristal se recostó en su cama, pero, luego de una hora, empezó a preocuparse porque Jimmy no volvía.
Cristal fue al baño a ver que sucedía y, mientras se acercaba, escuchaba cada vez más fuerte el llanto de su hermano. – ¿Qué te pasa Jimmy? –, le preguntó. – Nada, ve a dormir –, le respondió. Aunque estaba contrariada, la hermana obedeció.
Al día siguiente, Pedro salió muy emocionado rumbo a su trabajo. Llegó a la parada y se percató de lo vieja y oscura que era. No esperó mucho tiempo antes de tomar el autobús.
Debido al tráfico, llegó unos 15 minutos tarde, pero no le dijeron nada. Se sentía muy cómodo en su nuevo empleo. Su jefe le ofreció un bono de 350000 dólares si lograba concluir el proyecto al cual fue asignado. Pedro enseguida pensó en que lo podía usar para comprar una mejor casa y abandonar esa antigua granja en la que ocurrían cosas extrañas, así que se dedicó día y noche para lograr su cometido.
Quince días después, Pedro logró entregar el proyecto y cobró el bono prometido.
Compró una nueva casa y un carro, contrató un seguro para toda la familia e hizo los trámites para obtener una tarjeta de crédito. Ese fue el principio de una nueva vida para él y sus seres queridos.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Fin.