LA NIÑA QUE OLVIDÓ TODO POR UN MOMENTO

Luna era una chica normal, común y corriente. Ella estaba en una fiesta en una piscina con toda su familia.

La joven, con dos de sus primas, saltaban en la orilla de la piscina; de repente, Luna se cayó y empezó a sentir como si el mundo diera vueltas a su alrededor, hasta que simplemente todo se puso oscuro. Cuando despertó, vio que se encontraba en un cuarto con una venda en la cabeza y otra en la rodilla; entonces, entró en cuenta que había perdido el conocimiento. Poco después, tomó una siesta.

Al pasar dos horas, su abuelo entró a su habitación y la despertó para que comiera algo, pero ella había perdido la memoria producto del fuerte golpe en la cabeza, por lo que no se acordaba de su familia y, en consecuencia, estaba muy asustada.

Al ver la reacción de Luna, su abuelo se preocupó y llamó al médico, quien, al llegar a la casa, la revisó y no encontró nada fuera de lo común; el doctor no fue de mucha ayuda.

Los familiares seguían asustados y la llevaron a un hospital. Los especialistas que la evaluaron recomendaron que empezaran a decirle frases propias de la familia, para así ayudarla a recordar. De repente dijeron el nombre de su tía: – Sara –; ella empezó a repetirlo: – Sara, Sara, Sara…. Tía Sara –, y se desmayó.

Después de un rato, ella logró despertar. Su abuelo le preguntó: – ¿me reconoces? –; – sí abuelo, ¿cómo no te voy a reconocer?, eres mi abuelo favorito –. Él salió a la sala de espera y gritó: – ¡recuperó la memoria! –. Toda la familia corrió para verla. A ninguno le importó que las enfermeras les dijeran que solo podían entrar uno a la vez.

Al final, le fueron haciendo preguntas y los recordó a todos. Al ser dada de alta, regresó a su hogar muy feliz.

Fin.

Moraleja: ¡Si se va a hacer desorden, tiene que ser con orden!