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Sohar Morales – 8vo Grado

EL MEJOR AMIGO DE ANEL


El Mejor Amigo de Anel - Lecturas Ferrini Panamá

Había una vez un niño llamado Anel que era bastante normal y alegre. Un día, sus padres se tuvieron que mudar de la ciudad donde vivían y Anel se vio obligado a dejar atrás a todos sus amigos; así fue como llegó a un colegio nuevo, donde no conocía a ninguno de sus compañeros.


La nueva casa era más bonita que la anterior y la habitación mucho más amplia, con una enorme cama que ocupaba toda una pared. Al niño no le molestaba su nueva vida, excepto por un detalle: ¡algo vivía debajo de aquella cama!


Anel se pasaba las noches en vela imaginando la forma que tendría el monstruo que se había alojado en su habitación. Nunca lo había visto, pero creía que era enorme y atemorizante. Un día, se llenó de valor e intentó tomarlo por sorpresa; allí estaba, una enorme bola peluda y fea, pero que no parecía peligrosa.


A pesar de que Anel ya no temía al monstruo que vivía debajo de su cama, sí le mortificaba bastante que todas las noches lo despertara con gritos y chillidos para jugar.


Luego de cada mala noche se quedaba dormido en el colegio y la profesora lo regañaba, cosa que no le gustaba. Pasaron las semanas y el niño no les contó nada a sus padres; era el único amigo que tenía y no quería perderlo.


Una noche en la que su madre se levantó para ver si dormía tranquilamente, lo encontró sentado frente a su cama con todos sus juguetes en el suelo. La madre sorprendida se quedó mirando fijamente debajo de su cama y Anel temeroso esperó su reacción.


De repente, la madre le dijo: – ¿No me vas a presentar a tu nuevo amigo? –, y, a pesar de que no veía nada debajo de la cama, comenzó a hablar con el interior.


El niño le preguntó con extrañeza a su madre: – ¿No te molesta que él viva debajo de mi cama, mamá? –, a lo que ella dulcemente le contestó: – No, mi vida, si vive ahí es por un buen motivo. Seguro quiere estar cerca de ti y hacerte compañía –. El niño miró a su madre con asombro, no imaginó que iba a ser tan comprensiva; se sintió feliz como desde hace mucho tiempo no lo hacía.


Con el paso del tiempo, Anel hizo nuevos amigos en el colegio y, un buen día, el monstruo decidió marcharse. Anel ya no lo necesitaba a su lado, prefería compartirlo con otros niños, pero este siempre tendría un lugar especial en su corazón.


Fin.


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