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Ehilyn Ewards – 5to Grado A

LA CASA DE CABEZA


La Casa de Cabeza - Lecturas Ferrini Panamá

Había una vez una casa de cabeza y que siempre estaba vacía.


Un día, un niño, a quien llamaban jefe, y sus amigos estaban explorando la casa. Jefe dijo: — miren la mejor casa del mundo, pero está de cabeza —; ellos abrieron la puerta y todo empezó a temblar; al entrar, la casa dio la vuelta y se acomodó. Luego del asombro, los niños regresaron a sus casas, pero el jefe no pudo salir, pues algo le ocurrió. Un poco más tarde, se desmayó.


Después llegaron los niños de vuelta; nadie sabía que le había pasado. Llamaron a la ambulancia y a la policía; se lo llevaron al hospital y, luego, la mamá del jefe empezó a llorar, pues pensó lo peor; no obstante, fue solo un susto.


Al día siguiente, ya en su casa, el jefe amaneció cojo y comenzó a gritar por el dolor. La madre no se encontraba, ya que salió a cumplir un compromiso con un conocido llamado Carlos.


Se hizo más tarde, la mamá llegó y el hijo no estaba, se había desaparecido junto con todos los muebles de la casa.


Los niños visitaron al jefe, pero la casa estaba vacía; había rastros por todas partes de que algo tenebroso, como un secuestro, ocurrió ahí.


Después de esto, la mamá se dirigió a las autoridades por ayuda y les contó todo lo que había pasado. Luego, la policía procedió con la investigación y encontraron rastro de donde estaba. — ¡Esta aún con vida! —, dijeron y se llevaron a los delincuentes a la cárcel.


La madre estaba feliz, abrazó al jefe y, después de recuperar todo lo que los rufianes habían hurtado, volvieron a su hogar.


Los niños regresaron una vez más a la casa del jefe, le realizaron una gran fiesta sorpresa por toda su valentía, ya que lo querían mucho; su madre también estaba contenta y le regaló un abrigo, un gorro y una lupa como la que usan los grandes detectives, que era lo que él siempre soñó ser, claro que esta vez tomaría precauciones antes de meterse a una casa extraña, pues no quería volver a pasar por esa terrible experiencia del secuestro.


Los policías también asistieron a la fiesta y le dijeron que no se preocupara por los delincuentes, ya que no los volverían a ver por un buen tiempo; además, le otorgaron una placa de mención honorífica, nombrándolo policía honorario, y permitiéndole visitar la comandancia junto con todos sus amigos cuanto quisiera.


Fin.

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