LA INJUSTICIA DE EMMA
Érase una vez, una niña llamada Emma, que era muy hábil en la costura. Siempre compraba telas e hilos y hacía hermosos vestidos. En la casa vecina vivía su mejor amiga July, que a veces la ayudaba a cortar la tela y a coser.
Un día, Emma junto con su mamá fueron a la casa de su abuela a visitarla y mostrarle todo lo que había tejido. Cuando llegaron, su abuela las esperaba con galletas que había preparado; Emma y su mamá se las comieron y, luego, le mostraron a su abuela todos los vestidos que habían tejido. Antes de irse de la casa, su abuela le pidió que le cosiera un vestido; Emma aceptó y le dijo que le haría el vestido más hermoso que una vez haya confeccionado.
Emma fue con su madre a comprar una tela bonita en la tienda de una plaza en donde vendían todo el material para el vestido y accesorios para coser. Luego de comprar la tela, ambas fueron a la casa y Emma empezó a medir la tela para hacer un hermoso vestido con ella. Su mejor amiga, July, pasó por ahí, vio a Emma trabajando y le preguntó:
– ¿Qué estás haciendo con la tela? –
– Hago el vestido más hermoso que haya hecho nunca; este será para mi abuela –, respondió Emma.
July ayudó a su mejor amiga, Emma, a hacer el vestido para su abuela; ya tenían todas las medidas marcadas en la tela y empezaron a cortar. La madre de Emma le dijo:
– Emma, entra a la casa porque ya esa hora de cenar –. Emma le pidió a July que pusiera todas las cosas en una esquina de su casa y entró.
Al día siguiente, Emma salió a terminar el vestido de su abuela y cuando reviso las telas vio algo muy raro: faltaba una. Sin pensarlo dos veces, Emma culpó a su amiga de lo que se había perdido, pues a July le encantaban los trajes que ella hacía y siempre quiso hacer uno también, pero no le salía muy bien.
Emma fue a la casa de su amiga y la acusó de ladrona. July, decepcionada de que su amiga la culpara sin preguntar, intentó defenderse, pero Emma no la quiso escuchar y se fue.
Una semana después, un amigo de Emma pasaba por un parque no muy lejano y observó un nido de aves que tenía en él un pedazo de tela igual al que se había perdido; enseguida fue y se lo dijo a Emma. Apenada, esta corrió a donde su amiga y se disculpó de todo corazón; July la perdonó y las dos juntas terminaron el vestido de la abuela de Emma.
Al día siguiente, Emma recordó que July quería aprender a hacer vestidos como los de ella y cogió un par de telas que tenía guardadas y le enseñó todas sus técnicas y secretos; a partir de entonces, ambas confeccionaban los vestidos más hermosos que nadie podría imaginar.
Fin.