EL REY NÓMADA

Hace tiempo había un hombre cuyo nombre era Bartolomé. Él era rey, pero le gustaba viajar a todos los lugares, países y atracciones que pudiera visitar en su momento.

Como nunca estaba en su reino, el mismo fue atacado por su hermano, quien lo odiaba a muerte porque tomó su lugar como rey. Fue entonces cuando Bartolomé intentó tomar cartas en el asunto, pero se dio cuenta que ya no le quedaba nada de riqueza y, a la final, no pudo hacer nada.

Abandonado en Italia y sin reino, sin saber el idioma y solo en la calle no tuvo otro remedio que empeñar sus prendas para ganar algo de dinero para comprarse ropa menos lujosa y poder sobrevivir.

En lo que caminaba, se encontró con una persona llamada Felipe, que sabía hablar español como él y comenzó una conversación en la que se acordó que Bartolomé viviría durante un tiempo en la morada de aquel buen samaritano.

Pasó el tiempo y ya Bartolomé tenía que irse, pero él no tenía los recursos necesarios; no obstante, ya sabía el idioma y podía hacer algo más para defenderse, así que dejó la casa de Felipe.

Después de irse, Bartolomé tomó todos los ahorros que había logrado reunir durante el año que se quedó en la casa de Felipe y viajó a su país natal, que era España.

Todo estuvo bien hasta que llegó a su antiguo reino, el cual era absolutamente diferente; cada esquina, cada lugar… todo. Sin embargo, él todavía podía salvarlo.

Como era de esperarse, cuando entró al reino para hablar con su hermano no lo logró y, de ahí en adelante, no tuvo más opción que convertirse en un nómada.

Bartolomé comenzó a buscar un lugar donde quedarse a vivir unos meses y no pensó más que en su mejor amigo, que también era nómada, así que se quedó en su casa.

Después de tres meses, los dos se fueron a vivir a Madrid en una casa no muy grande, pero en la que podrían sobrevivir los dos unos cuantos meses.

Un día, llegó una nota dirigida a Bartolomé, en la que le informaban que su hermano había muerto a causa de una enfermedad muy grave y que, por ausencia de rey, él debía regresar y tomar su lugar; pero era demasiado tarde porque, al viajar a Madrid, Bartolomé ya no tenía dinero para volver.

La gente que vivía en el reino no tenía rey y no sabían que hacer, así que tuvieron que esperar unos cinco meses a que Bartolomé pudiera regresar.

Una vez ahí, el rey Bartolomé vio que el reino estaba vuelto un asco. Él trabajó arduamente con todos y lograron restaurar todo a sus días de gloria.

Todo el mundo lo quería como rey y, tanto como Bartolomé como el reino, fueron felices por siempre.

Fin.