LA PASEADA NO TAN ALEGRE PARA JOYCE
Era un día soleado en la ciudad de Panamá, específicamente en Juan Díaz. Ahí vivía un niño llamado José, que tenía una hermana llamada Areli y una perrita cuyo nombre era Joyce. Esta era una “schnauzer” mediana de cinco años.
Los dos hermanos decidieron sacar a la perrita a pasear en el patio, ya que esta tenía más de un mes encerrada porque la familia estaba de viaje y la persona que la cuidó no la sacó.
Empezó el paseo. Después de un rato, José le dio la perra a su hermana, para poder ir al baño mientras tanto. Como es pequeña, Areli sintió que no podía controlar a la perra y le soltó la correa; de repente, si esperar sale la perra del vecino de su casita y Joyce se fue corriendo hacia la cerca y la otra perra también. Los dos animales se ponen a correr de un lado para otro, cada una de su lado de la cerca.
Luego, la perra de la vecina sacó el hocico por uno de los huequitos de la cerca y le mordió la oreja a Joyce. Areli comenzó a gritar. Sus padres y hermano salieron para ver qué ocurría. En ese momento, José observó que la perra de su vecina tenía a la suya agarrada; corrió hacia ellas para espantar a la agresora.
José cogió a Joyce en brazos; no sabía que le había hecho, ya que tenía mucha sangre. Él fue directo a la terraza de su casa; su madre prendió todas las luces y su papá trató de ver que le había pasado a Joyce. Areli no dejaba de llorar; — es mi culpa, yo la solté —, decía. La mamá trataba de calmarla.
Al revisar a la perra, José se dio cuenta de que ella había perdido un pedazo de la oreja, así que le pidió a sus padres que la llevaran a toda prisa al veterinario, pero su papá le dijo que no era necesario, ya que él tenían algo para poder parar la hemorragia. Le lavaron la oreja con abundante agua y, luego, comenzaron a curársela. Areli pesó que gracias a Dios estaba su papá, porque a su mamá esas cosas le daban miedo.
La herida era bastante profunda, pero la ayudaron, la tranquilizaron y la amarraron para que no hiciera movimientos bruscos que le provocara mayor pérdida de sangre.
Joyce era muy importante para la familia, así que todos se esmeraron en cuidarla para que se recuperara.
José aprendió que debió ser más responsable, ya que él sabía que su hermanita no podía con la perra. Él la estuvo animando diciéndole que los accidentes pasan y que la perrita iba estar súper bien.
En la mañana siguiente, a penas se levantaron fueron a ver si la pomada que le habían colocado a Joyce funcionó y sí, todo salió bien.
Fin.
Reflexión: Es bueno tener una familia que pueda apoyarte en todas las cosas que te puedan pasar.