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Isaac Núñez - 6to Grado

PADRE, HIJO Y UN TESORO


Padre, Hijo y un Tesoro - Lecturas Ferrini Panamá

Había una vez, un adolescente llamado Carlos y su padre cuyo nombre era Pedro. Ambos decidieron buscar un tesoro perdido en una isla lejana, así que alistaron todo para el viaje. Carlos estaba emocionado por la aventura por empezar.


Cuando llegó el esperado día de inicio del largo viaje, Carlos y su padre se dirigieron al aeropuerto, pero, debido al gran tráfico de ese día, perdieron el vuelo. El joven se puso triste pensando que no irían, no obstante, su padre estaba decidido a pasar ese tiempo con su hijo, así que compró otros boletos hacia una ciudad cercana a la isla, para luego continuar el viaje en barco. Tuvieron que esperar mucho la salida del nuevo vuelo; mientras tanto, padre e hijo se pusieron de acuerdo en la ruta a seguir.


Pasaron más de cinco horas para que dijeran que ya podían subir al avión. Por fin estaban rumbo a su aventura. Carlos se sentía emocionado pensando en todo lo que conocería y en el tesoro que se disponía a encontrar con su padre.


Pasaron ocho horas de vuelo. Llegaron muy entrada la noche, así que buscaron un lugar donde descansar, hasta que amaneciera y pudieran ir al muelle para abordar un barco hacia la isla. En la mañana, después de desayunar tomaron un transporte rumbo al muelle.


Ya muy entrada la tarde, llegaron a una bella isla de arena blanca, aguas claras y llena de palmeras; nadie se bajó del barco en esa isla, solo Carlos y su padre.


La isla no brindaba grandes comodidades como restaurantes, baños, hoteles, entre otras cosas, más bien, tenían que ingeniárselas al estar allí, pero todo eso era emocionante; disfrutaron armar sus tiendas de campaña, prender la fogata y hasta pescar para cenar.


La noche paso sin problemas. Ya en la mañana empezaron su ardua labor de encontrar el tan anhelado tesoro; no tenían un mapa, solo contaban con las historias que la gente mayor solían contar.


Primero, decidieron conocer la isla y disfrutar del hermoso paisaje que ofrecía aquel bello lugar. Por cada paso dado, Carlos y su padre conversaban, reían, se tomaban fotos… todo parecía perfecto; sin embargo, el joven estaba concentrado en el tesoro; su mente viajaba y pensaba qué haría con las riquezas encontradas.


Su deseo era tal, que le dijo en tono grosero a su padre: — ¿Cuándo vamos a buscar el tesoro, ya quiero gastarlo en videojuegos, ropa y paseos con mis amigos? —. El padre no le respondió.


Los días siguientes buscaron y buscaron, pero nunca lo encontraron. Carlos se puso triste y fue cuando el padre le dijo: — hay tesoros que nada tiene que ver con el dinero, hay cosas de mayor valor como el tiempo que hemos pasado juntos; ese tesoro vivirá en nuestro corazón por siempre, no se dañará, ni gastará jamás —.


Fin.

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