LA CHIQUILINA
En un pueblo llamado La Laja se encontraba una familia muy humilde, pero feliz. Esta estaba compuesta por la mamá, la Sra. Simona; el papá, el Sr. Secundino; y sus cinco hijos: Ricardo, el mayor, quien era todo un personaje, siempre alegre y protector de sus hermanos; Arnulfo, quien era el más serio de todos, siempre ayudaba a su papá con los trabajos del campo; Dilma, quien era muy juguetona y la más estudiosa; Rosa, quien era la que ayudaba más en los quehaceres de la casa; y, por último, Alicia, o como todos le llamaban, la chiquilina.
La chiquilina era la menor de todos y la más consentida, de ahí su apodo. A ella le gustaba ir al bosque y jugar a ser una princesa. Un día, cuando estaba en el bosque, se le acercó una anciana y le ofreció un chocolate. La chiquilina lo tomó y se lo comió con tantas ansias que, al terminarlo, se quedó dormida debajo de uno de sus árboles favoritos. Al despertar, se encontraba en un lugar mágico lleno de animales y hadas; quedó encantada, no podía creer lo que estaba viendo. Se levantó, comenzó a andar y, al llegar al final del camino, encontró un río donde el agua era transparente, tanto así que se veían los peces.
La chiquilina no pudo aguantar la tentación y rápidamente se metió al río. Mientras nadaba y cantaba feliz, se dio cuenta de que había alguien observándola; mayor fue su sorpresa cuando se percata de que era una sirena muy hermosa. La chiquilina estaba consternada, así que no se atrevía a acercarse a ella.
La sirena empezó a cantar con una voz angelical, haciendo que, poco a poco, la chiquilina se acercara a ella y así pudiera admirar mejor su belleza.
Cuando la sirena terminó de cantar, le preguntó a la chiquilina: — ¿cómo te llamas? —; ella le contestó con una voz temerosa. La sirena empezó a conversar con ella, haciendo que olvidara el temor que la embargaba. No tardaron en comenzar a jugar juntas en el agua por muchas horas. Entraron en confianza y se contaron todas sus historias.
El tiempo transcurría y la chiquilina empezó a preocuparse por cómo iba a poder regresar a su hogar junto a sus padres y hermanos, ya que no sabía cómo había llegado a ese maravilloso lugar. Para ayudarla, la sirena le dijo que siguiera de regreso el sendero por el cual había caminado y que, al llegar al final, encontraría una cueva que la conduciría a casa.
Algo triste, la chiquilina se despidió de la sirena y le prometió que volvería a visitarla; así emprendió su viaje de regreso. Al llegar al final del camino, encontró la cueva tal y como le dijo la sirena, pero, antes de entrar, vio una mariposa muy hermosa y empezó a seguirla. La chiquilina estaba tan entretenida, que no se fijó y cayó en una fosa, pero, antes de llegar al suelo, ¡despertó! Ella se encontraba en el mismo árbol donde se acostó a descansar desde un principio.
Al llegar a casa, le contó a sus hermanos, pero ninguno le dio importancia; desde ese día no ha vuelto a ese maravilloso lugar, ni ha visto a su amiga la sirena, solo le quedó un hermoso recuerdo que perdurará para siempre en su vida.
Fin.