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Jaramillo Orlando - 6to Grado

LA GRANJA DE MANZANAS Y EL ANCIANO


La Granja de Manzanas y el Anciano - Lecturas Ferrini Panamá

Érase una vez, un señor muy anciano y sabio, que cultivaba muchas manzanas grandes.


Él tenía unas semillas que eran para sembrar árboles que diesen manzanas grandes y sabrosas, pero, un día, se le comenzaron a dañar, porque el anciano no le echaba agua suficiente; tenía casi noventa años y su edad ya no le permitía seguir el ritmo de cultivo que esas plantas necesitaban.


El anciano tenía dos hijos, llamados Tomas y Juan. El viejito le pidió ayuda a sus hijos, porque él estaba muy mayor para dedicarse a ese cultivo. Los hijos del anciano vivían en la ciudad y se les hacía muy difícil llegar hasta la casita de su padre, pero, aun así, el anciano les suplicaba que lo acompañaran.


Los hijos le mandaron a decir a su padre que iban a tratar de ir muy pronto, pero pasaron muchísimos días y nada. La granja estaba muy reseca, porque el anciano ya no podría caminar tan rápido como cuando tenía cuarenta años.


Los hijos se decidieron por fin a visitar al anciano y él se puso muy contento, pero se dieron cuenta de que la granja estaba muy fea, porque la tierra estaba muy seca y el fruto marchito.


Tomas y Juan planearon traerle muchos tanques de agua de la ciudad, abono y medicamentos para que el anciano se recuperara. Los hijos fueron en el carro muy rápido a buscar el agua, mientras que el anciano estaba solo en la granja, esperando recuperar los cultivos, pero era tarde, las manzanas de la granja se comenzaron a poner negras y feas, se estaban cayendo, por lo que el viejito se entristeció de nuevo; el trabajo de toda su vida se estaba perdiendo.


Cuando llegaron sus hijos, ya era muy tarde, pero quedaba un árbol todavía sano que tenía muy pocas manzanas. Tomas y Juan lo regaron, le colocaron abono y lo cuidaron por días; no perdían la esperanza de salvarlo.


Al mes siguiente, se encontraron con la sorpresa de que el árbol comenzó a florecer y a dar muchas manzanas; no obstante, el anciano estaba un poco triste porque los demás árboles estaban muertos. De pronto, el viejito recordó que tenía otras semillas de manzanas guardadas y, con la ayuda de sus hijos, comenzaron a plantarlas y a cuidarlas hasta que, después de unos años de ardua labor, los árboles florecieron y comenzaron a dar muchas manzanas grandes y ricas.


El anciano estaba muy contento, porque lo que sucedió le demostró el amor que sentían sus hijos por él.


Colorín colorado este cuento se ha acabado.

Fin.


Moraleja: Una familia unida consigue muchas cosas buenas.

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