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  • Yulleisy González de la Espriella – 8vo Grado

LA PERRITA HUSKY


La Perrita Husky - Lectura Ferrini Panamá

Había una vez, una perra de raza husky que estaba muy enferma y herida; no se podía mover. Al cabo de un tiempo, cuando ya estaba medio muerta, vinieron dos hermanos y se la llevaron para su casa; no tuvieron corazón para dejarla morir allí. Pablo, uno de los hermanos, tenía otra perra de raza Beagle, llamada Lola.


La nueva perrita no tenía dueño, ni casa, ni nombre, pero esa casa le daba un buen presentimiento; ¿sería ese su hogar?, ¿la acogerían esos niños?, y, lo más importante, ¿la cuidarían bien? Bueno… eso lo descubriría después.


Una de las niñas dijo: — perrita, mi madre me dio permiso para que te quedaras; ¡vamos al veterinario, pareces muy enferma! —; la cachorra husky ladró y la niña se la llevó junto con Lola, que también era una cachorrita. El veterinario le hizo el chequeo de rutina a Lola, mientras que a la otra perrita le colocó las vacunas, la desinfectó, le puso un collar muy bonito y una venda en la pata. Cuando llegaron a la casa, le pusieron un nombre.


Uno de los niños sugirió el nombre de Laika; a su hermana le pareció bien.


La perrita se puso muy contenta; ella nunca había tenido dueño, nombre ni casa, pero, al final, ya gozaba de un hogar. Además, ahora poseía algo mejor: una buena amiga. Lola y Laika eran de la misma edad y no tardaron en ser inseparables.


Ambas se la llevaban muy bien y todos los días salían a pasear juntas, hasta que, un día, conocieron a unos perros que les explicaron que había unos hombres que raptaban a los caninos y los mataban. — ¡hay que tener cuidado! —, les dijeron; a partir de entonces, no salían sin sus amos.


Al día siguiente, los dueños estaban haciendo las maletas. Laika los veía consternada, imaginando a dónde se irían. Luego, se escuchó a la madre decir: — niños, vais a tener nuevos amigos en Alaska; volveremos en verano —.


Una vez de regreso de su largo viaje, Laika vio dos huskys iguales a ella, pero más grandes. ¡Eran sus padres! Emocionada, fue hacia ellos. Su padre, llamado Diablo, le preguntó: — hija, ¿dónde has estado? —; ella le respondió que había estado en muchos sitios, entre ellos la calle y la perrera, y que luego la encontraron unos niños.


Al cabo de los años, Laika y su amiga Lola ya eran mayores. Laika había tenido unos cachorritos con un hasky muy bonito llamado Nico. ¡Hacían una pareja estupenda!


Y así, todos fueron muy felices por siempre.


Fin.

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