LAS AVENTURAS DE TOMMY
Había una vez, un perrito cuyo nombre era Tommy. Sus dueños se llamaban Jaime y Verónica.
Tommy era un perrito muy inquieto que hacía muchas travesuras.
Luego de tenerlo varios meses, sus dueños se descuidaron y el perrito se les escapó. Jaime y Verónica estaban muy preocupados y salieron a buscar a Tommy por toda la barriada; no lo encontraron.
Al día siguiente, salieron nuevamente a buscar a Tommy y, esta vez, fueron hasta los parques. Llegó la noche y no lo encontraron.
Los dueños empezaron a fotocopiar fotos del perrito para pegarlas en los postes de toda la ciudad, en los troncos de los árboles, en las sillas de los parques, en fin, en todas partes.
Pasaron dos semanas y el perrito no había aparecido, solo encontraron una pista que era el huesito de juguete con el que se entretenía el pequeño Tommy.
Después de varios días, los dueños fueron al bosque a ver si encontraban a Tommy. Luego de varias horas de buscar, vieron a un perrito igual al suyo. Se alegraron mucho y, a toda prisa, le revisaron el cuello para ver si tenía su nombre en la campana que traía puesta; efectivamente, ese era su perrito; se lo llevaron de vuelta a casa e inmediatamente le dieron de beber y de comer.
Al siguiente día, lo bañaron, le pusieron ropita para mascota y, esta vez, los dueños si tuvieron cuidado para que no se les escapara mientras jugaban con él.
Después de varios meses, Jaime y Verónica tuvieron un hijo, a quien llamaron Jaime Jesús Arias Córdoba. El perrito jugaba siempre con el niño y, mientras más crecía Jaime, más se iba encariñando con Tommy y viceversa.
Toda la familia, incluyendo a Tommy, estaba contenta y vivieron felices para siempre.
Fin.