MI PERRITA MANCHITA
Érase una vez, una perrita que se llama Manchita. Esta es la historia de cómo ella llegó a su nuevo hogar.
Una niña llamada Karina fue a visitar a su abuela en el interior; una vez allí, vio a una perrita que estaba con su mamá y le gustó; enseguida, le preguntó a su abuela: — Abuela, abuela… ¿ese perrito tan bonito tiene dueño? —. Esta le respondió: — no hija, no tiene dueño —.
La niña le dijo a su abuela: — me la quiero llevar para mi casa; le voy a decir a mi mamá a ver si me da permiso —. Karina fue y le preguntó a su mamá, a lo que esta le respondió: — claro hija, te la puedes llevar —. La niña se puso muy contenta. Enseguida, le puso como nombre Manchita.
Karina ya tenía una perrita llamada Shiwi, quien era una perrita muy cariñosa y muy inteligente, cuidaba a sus amos y siempre estaba alegre; le decían Shiwi porque, cuando nació, era flaquita y chiquita.
Ya en su casa, Shiwi vio llegar a Manchita y se quedó mirándola; luego empezó a olerla; Ambas se fueron adaptando una a la otra a través del paso de los días. Una semana después, ya estaban jugando juntas.
Las dos perritas eran ahora las mejores amigas de Karina; ella las querían mucho porque eran cariñosas y obedientes. Manchita era muy juguetona; se ponía a saltar en el sillón y luego se asomaba por la ventana hasta que, un día, se cayó, pero no le paso nada. La perrita era muy traviesa y cogía los calcetines del cuarto de Karina, luego se los llevaba al patio y comenzaba a jugar al “tira y afloja” con Shiwi.
Manchita solo tenía cinco meses, pero era muy hiperactiva, le gustaba el desorden, no se quedaba quieta. Shiwi era un poco más tranquila, pero, a la vez, le gustaba saltar. Ambas se volvían locas de emoción cuando veían a su dueña.
A veces, a Manchita no le gustaba el agua. Karina siempre tenía que cargarla para poder bañarla; Shiwi si se dejaba bañar. Manchita era una bebe muy complicada; cuando fueron al veterinario a inyectarla, manchita lloró, así que tuvieron que regalarle una galletita para que se calmara.
Manchita estaba muy feliz en su nuevo hogar, pero extrañaba a su mamá; poco a poco, se fue acostumbrando a su ausencia. La perrita también era un poco egoísta, ya que no dejaba que su amiga Shiwi comiera de su plato.
Pese a esto, Shiwi y Manchita se convirtieron en las mejoras amigas; todo el tiempo se divertían juntas como hermanas.
Fin.