EL ESCUADRÓN DE LOS NIÑOS MÁGICOS

Érase una vez, dos niños mágicos que se llamaban Fernando y David; ellos no tenían amigos y no sabían cómo conseguirlos.

Un día, Nancy, José, Carol y Antonio, los padres de Fernando y David respectivamente, le dijeron que hicieran un escuadrón de niños.

Entonces, Fernando y David repartieron tarjetas de invitación a su escuadrón, al cual decidieron llamar “el escuadrón de los niños mágicos”; este nombre fue un éxito, gracias a él tuvieron muchos amigos para jugar y conocer.

Los nuevos mejores amigos de Fernando y David eran Sebastián y Freddy, quienes estaban muy felices de tenerlos como compañeros de aventura. Su escuadrón tenía muchas cosas como: sala de juegos, piscina, juegos de mesa, entre otras.

Después, Fernando y David les enseñaron su magia a todos sus amigos del escuadrón y les dijeron que todo aquello era un secreto que nunca jamás debían revelar a nadie. Los amigos del escuadrón prometieron no decirle a nadie.

Fernando y David estaban tan felices de tener su secreto a salvo con sus amigos del escuadrón, que querían darles un gran pastel como sorpresa para ellos, pero lo que no sabían era que sus amigos no habían guardado su secreto.

Sus nuevos amigos confesaron haber revelado el secreto a sus respectivos padres; Fernando y David se pusieron muy molestos porque ellos rompieron su promesa y les pidieron a sus padres que se mudaran, ya que no querían estar con ellos otra vez.

Sus padres estuvieron de acuerdo con lo que les pidieron y todos se fueron a otro lugar donde vivir, para así conseguir nuevos amigos que si cumplieran sus promesas. Todos sus antiguos amigos estaban arrepentidos, pero Freddy y Sebastián no, ya que ellos fueron los únicos que nunca rompieron su juramento.

Después de algunos días, la antigua ciudad de David y Fernando estaba en peligro por un fuerte terremoto que amenazaba con derrumbarlo todo.

Freddy y Sebastián llamaron por teléfono a Fernando y David para que volvieran y los ayudaran a salvar la ciudad; así lo hicieron. Todos sus amigos se disculparon con ellos y los perdonaron; se mudaron de nuevo a la ciudad y todos estaban alegres y vivieron felices para siempre.

Fin.