EL DOCTOR Y LA BRUJA
- Pedro Luis Zambrano - 4to Grado
- 28 may 2018
- 2 Min. de lectura

Hace mucho tiempo, en una cabaña vieja vivía una bruja llamada Espinoza. Ella era gorda, bajita y con una enorme nariz. Siempre usaba un sombrero negro y puntiagudo, en juego con una bata negra y larga que le tapaban los zapatos rojos brillantes. A Espinoza le gustaba crear pociones para dominar al reino donde vivía.
Cuando creaba hechizos siempre quería mejorar sus brebajes, porque decía que no era suficiente; se la pasaba día y noche creando nuevas pociones.
Un día, un hombre de la ciudad que estaba de paso le pidió posada a la bruja, pero a ella no le agradaban las visitas, era celosas con todas sus recetas, porque pensaba que se las iban a quitar, así que le negó la entrada a su cabaña a aquel hombre.
Él insistía y se presentó: - señora, yo soy el Dr. Remedios y vengo por petición del rey, pero ya es muy tarde, no tengo donde dormir, ¿usted me podría dejar quedar aquí en su casa, solo por esta noche? -.
A la bruja no le gustó la idea porque no estaba acostumbrada a convivir con las personas y le cerró la puerta.
Al doctor no le quedó de otra que dormir bajo un puente con frío. Cuando amaneció, fue al castillo del rey y, al verlo, este le dijo: - amigo, gracias al cielo que llegaste, te esperaba hace días, tenemos a todos los niños del castillo enfermos porque una bruja los engañó y les hizo comer dulces hechizados para ponerlos como sus esclavos -.
El Dr. Remedios pidió un dulce para examinar con que los enfermó; duró varios días y noches buscando la solución, hasta que pudo conseguir una bebida que contrarrestara el efecto de aquella poción. De esta manera, todos los niños fueron curados y el rey agradecido lo nombró como el doctor oficial de su reino.
A Espinoza no le gustó que el doctor se metiera en sus planes, así que esperó a que todos los del pueblo se durmieran y lanzó una plaga sobre las cabezas de todos, ¡eran piojos! La bruja pensó que nadie podría detenerla. Estaba tan segura de sí misma, que afirmó que si lo hicieran entonces abandonaría para siempre el pueblo.
Enseguida, el doctor se puso a trabajar con sus fórmulas y consiguió hacer un champú capaz de eliminar a ese animalito molesto. Comenzó con la cabeza del rey y, al ver que al lavarse el cabello los piojos eran eliminados de inmediato, comenzaron a dárselo gratis a todas las personas del reino, así que a la bruja no le quedó más que abandonar el reino y no volvieron a escuchar de ella jamás.
Colorín colorado, este relato se ha acabado.
Fin