LA TRAVESÍA DE LOS HÁMSTERES
Todo comenzó una mañana cuando el más chico de la familia Sirio, llamado Max, que era el que más comía y jugaba todo el día, invitó a sus primos a jugar en las afueras de su casa, encontrando un camino que los llevó a un río donde había una linda cascada.
En la orilla del río, vieron un tronco seco y, de inmediato, sus mentes pensaron en recorrer el río a través de él. Mientras realizaban la travesía, no se percataron de que el río tenía a lo largo dos caminos; en el primero, las aguas eran tranquilas y serenas, donde alrededor de los árboles solo se escuchaban los pajaritos cantando con alegría; en el segundo camino, las aguas se volvían más movidas, aumentando su velocidad y solo se escuchaban como las olas rompían contra las rocas.
Sin darse cuenta, los hámsteres tomaron el segundo camino y allí empezó su gran travesía, la cual nunca imaginaron.
Max, con un espíritu luchador y por su afán de conocer, llegó a convencer a sus primos, que se llaman Tom y Jack, a seguir adelante en la travesía del río.
Sus primos comenzaron a ponerse nerviosos porque empezaba a caer la noche y escuchaban ruidos extraños, que hacían que el corazón de los hámsteres empezara a latir más rápido, sus pelajes se erizaban y sus oídos agudos se mantenían alerta a los sonidos que cada vez estaban más cerca y al estar expuesto a cualquiera amenaza.
Max decidió ir a la orilla y esconderse en el bosque con una gran vegetación y una oscuridad que le impedía ver más allá de un metro de distancia.
Los enanos rusos Tom y Jack observaron un hoyo a un costado de un árbol y fueron hacia él, Max les gritó a sus primos: - ¡deténgase!, ¡no vayan! -, cuando de pronto salió del hoyo una gran culebra, con enormes ojos y colmillos que brillaban cada vez que asomaba la lengua.
Tom y Jack, al encontrase frente a frente con la culebra que los tenía a la mira, quedaron paralizados y Max, al ver que iban a ser devorados, tuvo la brillante idea de rodearlos y morderle el extremo de la cola. La culebra, llamada Devora, sintió que algo la mordía; al darse vuelta encontró a otro hámster y emocionada dijo: - ahora ustedes serán mi festín, gracias a ustedes tendré una gran noche -. Max, al darse cuenta de que no tuvo resultado su idea, empezó a dar vuelta de forma diagonal para evitar ser atrapado por la culebra.
Lo que ninguno se percató era que el sonido que escucharon en el río se acercaba cada vez más. Justo en el momento en que la culebra Devora tenía acorralado a Max, porque con su gran velocidad y los movimientos diagonales había quedado exhausto, el hámster cerró los ojos y rezó una plegaria diciendo: - Dios, perdóname todos mis pecados, pero te ruego salvarme de esta bestia que nos quiere comer, te lo pido Señor -. Cuando Max abrió los ojos vio unas grandes alas que venía directo a donde él y, en ese instante, apareció el gran búho cornudo, que se abalanzo sobre Devora, quedando libres Max, Tom y Jack de ese gran suceso.
Corrieron aterrorizados al tronco y, sin pensarlo dos veces, remaron hasta llegar a su casa, en donde les dieron un cálido abrazo a sus padres, los miraron a los ojos y solo sabían decirle que los amaban y que nunca desearían perderlos.
Fin